"Los problemas tienen solución. Las excusas no".
Esta frase es casi un mantra de mi colega Ángel... Y tiene su miga, porque si lo pensamos bien, es completamente cierta. Parece mentira, pero todavía hoy muchos docentes se siguen empeñando en buscar excusas para no innovar; para no cambiar su forma de trabajar en clase, aun admitiendo que lo que ellos hacen no funciona. A continuación encontrarás algunas de estas excusas que seguro has escuchado en tu centro educativo. ¿Se te ocurre alguna más?
1 La conciencia autoritaria "Es que aquí eso siempre se ha hecho así"
Desde pequeños a la mayoría nos enseñan a hacer las cosas de una determinada manera. Por eso cuando alguien nos demuestra que existen otras formas mejores de hacerlo, aunque le demos la razón, nos cuesta cambiar.
En la docencia pasa igual. Pero el docente que se deja arrastrar por esta excusa está cometiendo un terrible error. Máxime cuando nadie asegura que el que siempre se haya hecho así, implique necesariamente que esto sea lo correcto o lo más adecuado. Y para muestra, un botón: un claro ejemplo de la fuerza de la costumbre en este vídeo:
En la docencia pasa igual. Pero el docente que se deja arrastrar por esta excusa está cometiendo un terrible error. Máxime cuando nadie asegura que el que siempre se haya hecho así, implique necesariamente que esto sea lo correcto o lo más adecuado. Y para muestra, un botón: un claro ejemplo de la fuerza de la costumbre en este vídeo:
2 La edad no perdona "Tú todavía eres joven, pero cuando llegues a mí edad..."
¡Mentira! La innovación no es una cuestión de edad... sino de entusiasmo. Por eso, a lo largo de la vida nos encontramos con jóvenes muy tradicionales y con docentes a punto de jubilarse con el espíritu de un niño. El profesor Walter Lewin es un claro ejemplo de ello y nos deja claro que la edad no es un impedimento para seguir enseñando con entusiasmo:
3 La precariedad educativa "Si yo quiero, pero si tuviera más tiempo, mejor material..."
Desde luego, en muchos casos, las condiciones son precarias. Sin embargo, esto no debería impedir que se consiguieran iniciar procesos atractivos para nuestros alumnos.
Es verdad que más materiales, más tiempo y mejor presupuesto ayudarían a animar a los indecisos, pero tenemos que adaptarnos a lo que tenemos... ¡Viva el principio de realidad!
Los docentes debemos demostrar imaginación y creatividad para hacerlo. Nos iría bien tomar ejemplo de estos niños de Cabo Verde que se convirtieron en viral demostrando que con lo poco que tenían se podían apañar:
Desde luego, en muchos casos, las condiciones son precarias. Sin embargo, esto no debería impedir que se consiguieran iniciar procesos atractivos para nuestros alumnos.
Es verdad que más materiales, más tiempo y mejor presupuesto ayudarían a animar a los indecisos, pero tenemos que adaptarnos a lo que tenemos... ¡Viva el principio de realidad!
Los docentes debemos demostrar imaginación y creatividad para hacerlo. Nos iría bien tomar ejemplo de estos niños de Cabo Verde que se convirtieron en viral demostrando que con lo poco que tenían se podían apañar:
4 La soledad del innovador "Eso, en este claustro, es imposible"
¿Y qué? ¿Sería ideal que todos los profes se implicaran? Claro... ¿Es imprescindible? De ninguna manera. No cabe duda de que la innovación es una tarea colectiva. No tiene sentido afrontar este proceso de manera solitaria. Pero también es cierto que muchos profes innovadores se sienten a menudo como salmones solitarios nadando contracorriente (le tomo prestada la metáfora a Salva Rodríguez de su fantástico post La pedagogía del salmón.
Sin embargo, no podemos dejar de intentar algo porque no todo el mundo piense como nosotros. La clave de la innovación está en cambiar de dirección y es muy difícil que ese cambio sea compartido por todos. Primero debe empezar uno y luego, como decía Kiran Bir Sethi en su inspiradora charla TED, ir contagiando a los demás.
No pasa nada porque algún profe no se suba al carro de la innovación. Cuando explico esto en los cursos de formación a menudo utilizo el siguiente vídeo: no todos participan en el juego, ¿pero a que esto no impide que se siga jugando con normalidad? Pues igual en los claustros... No busques excusas maestro... ;-)
Sin embargo, no podemos dejar de intentar algo porque no todo el mundo piense como nosotros. La clave de la innovación está en cambiar de dirección y es muy difícil que ese cambio sea compartido por todos. Primero debe empezar uno y luego, como decía Kiran Bir Sethi en su inspiradora charla TED, ir contagiando a los demás.
No pasa nada porque algún profe no se suba al carro de la innovación. Cuando explico esto en los cursos de formación a menudo utilizo el siguiente vídeo: no todos participan en el juego, ¿pero a que esto no impide que se siga jugando con normalidad? Pues igual en los claustros... No busques excusas maestro... ;-)
Cuando un profe tiene ganas de cambiar su forma de trabajar, pero no se atreve tiene preguntarse: ¿qué es lo peor que podría suceder? Por lógica, si quiere realizar este cambio, será porque la metodología que utilizaba no le iba bien. Por tanto, en el peor de los casos, si el cambio fracasara, los alumnos seguirían igual: sin aprender.
Por esto, hay que atreverse a probar. Pero eso sí, con moderación y mesura... Tampoco se puede probar por probar o no dar tiempo a que un cambio se asiente porque entonces, caeríamos en el error de aplicar en el aula ocurrencias no contrastadas como decía gran Ramón Flecha en su intervención.
En cualquier caso, lo más probable es que los alumnos agradezcan el cambio. Porque al contrario que a los adultos, a los niños les encanta cambiar. Adoran lo desconocido...
Por si todavía no lo tienes claro, te dejo el vídeo de Gerry Garbulsky que lleva el mismo título que este post: Excusas para no innovar.