Es fundamental que los profesionales de la educación entendamos que sobre nosotros recae una gran responsabilidad: hacer que los niños recuerden su etapa escolar como algo memorable, lleno de recuerdos imborrables y positivos.
Y es que resulta tremendamente injusto que alguien recuerde su paso por el colegio o el instituto como una mala experiencia. ¡Qué gran ocasión perdida para descubrir su potencial, desarrollar sus intereses, formar su personalidad...!
Por tanto, los docentes debemos ser memorables. Pero no por nuestra forma de ser (que también), ni por el entusiasmo que demostramos al estar en clase (que es indispensable): sino por regalar experiencias y momentos inolvidables a nuestros alumnos.
Estos recuerdos quedarán grabados en su memoria para siempre, a veces, incluso aunque no lo hubiéramos hecho con esa intención. Por eso, más importante que ser memorables como personas, es que nuestros actos de educativos lo sean. Porque verdaderamente son éstos los que tienen el poder de generar aprendizaje. Un aprendizaje significativo, real, importante, duradero... Porque no lo olvidemos: al colegio se va a aprender.
Sin embargo, no todos estos recuerdos tienen que estar vinculados exclusivamente con cuestiones académicas. Los maestros también tenemos que ser capaces de generar momentos inolvidables que transporten al alumno hasta aquel día en que casi llora de la risa, o hasta aquella vez que comprobó en primera persona el valor de la amistad.
Por eso, debemos tomar una importante decisión: debemos elegir si queremos ser recordados o no. O lo que es igual, si queremos ser ese maestro gris que entra en clase y da la lección que corresponda, o si por el contrario queremos entender el aula como un lugar en el que suceden cosas memorables, cosas que también pueden ser inolvidables para el propio profesor.
Si somos de los primeros, tan solo será un trabajo como otro cualquiera. Pero si somos de los segundos, entonces pronto descubriremos el valor de nuestra profesión y nuestro enfoque de la enseñanza cambiará radicalmente ya que intentaremos hacer que cada curso, con cada grupo, suceda algo memorable.
El conferenciante Óscar Ghillione expone varios ejemplos de sucesos memorables en la charla que comparto a continuación y que te recomiendo escuchar (aunque solo sea un ratito). Pero y tú:
¿Crees que algo de lo que haces con tus alumnos será recordado por alguno para siempre?
¿Eres un profe memorable?
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